sábado, 14 de marzo de 2015

Nueve del cuatro

2014 11 18

Nueve del cuatro
del cuatro mil nueve.
Descansando apacible
entre el populacho
que hacen mover sus piernas
entre calles que antes
ni siquiera percibían sus sentidos…
me llega un aroma especial,
un movimiento singular…
Eso que se llama intuición
me regala una vuelta de tuerca
                y encontrarte…

Cuatro pasos detrás de ti…
y desaceleré de repente.

El gentío seguía veleta
y yo hipnotizado
comencé a acompasar
mis pasos, luego mis latidos
y así desde el kilómetro 4,
sin pestañear, mi sonrisa
se cruzó con la tuya…

Mi sensibilidad atrofiada
despertó entre el ensordecedor
aplauso de familias anónimas
que repartían palmadas
como pingüinos en época de celo…

Y en el kilómetro 9…
ya eras de mi familia;
era mi meta alcanzada
después de tantos maratones,
tantas Behobias… tantas croses
embarradas y sin aliento.

Que decir, que los otros 33 kilómetros
se me pasaron volando…
No había razón para olvidarlos
ni tampoco para recordarlos…

Pasaron, como pasa el campeón
por la meta… alguien tiene
que ganar la puta carrera,
llevarse las medallas
y sonreír para la foto…

No me digas el cómo y
el porqué de mi pérdida
de peso repentino… mi ligereza,
mi suavidad y sosiego
para levitar por las nubes,
difuminar las calles grises
en ríos de luz navegables,
donde un eterno labrador
se hizo navegante, cogió su velero
y se echó a-l-amar
                y brilló…

No me digas cómo,
pero alcancé mi meta
aquel 9 del 4 del 4009
en el kilómetro cuatro…
colgué las botas
   y no corrí

                ni un kilómetro más…

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