2014 09 04
Entiendo que ellos tenían razón,
que la lluvia que
caía
iba a hacerme
resbalar,
las nubes avisaban
del delito,
no había más que
escuchar
el viento agitando
las ventanas...
Ese día andaba con
los cascos,
la música retumbaba
en mis oídos,
saltaba en el parque
entre miles de
flores,
entonaba a voz en
grito
el que era por
entonces mi himno...
Pero no me caí cuando
la tormenta apareció.
Debí escucharles, si!
Encasillarme en su
redil
y acatar las normas
establecidas...
Pero no, seguí saltando,
volando,
acariciando las nubes
grises,
deslizándome en el
asfalto,
perfumándome con el
humo del tabaco,
escuchando mil voces
cantando
que acallan con
dulzura
el cruel destino de
los sordos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario